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19-11-2018

El clima no ayudó y la Misa de la Esperanza no lució como otros años


Tal como se había anunciado, se llevó a cabo la XXIII Misa de la Esperanza en el Cruce Varela, que contó con la presencia del Nuncio Apostólico, el Arzobispo congoleño León Kalenga Badikebele, el Obispo de Quilmes Carlos José Tissera, el Obispo Auxiliar de Quilmes Marcelo Julián (Maxi) Margni, el Obispo Juan Carlos Romanín, el secretario de la Nunciatura Monseñor Vicenzo Turturro, sacerdotes, diáconos y comunidades de la diócesis de Quilmes.



A pesar de las amenazas de lluvia, a las 19 se realizó la Misa en el lugar previsto, donde horas antes se habían llevado a cabo la olla popular donde la gente pudo probar unos ricos chorizos a la pomarola; luego fue el turno del festival de música y la radio abierta. El lema que animó la jornada fue “Escucha Señor el clamor de los pobres”.



La concurrencia no fue la esperada por los organizadores, que acostumbrados a contar con una cantidad importante de asistenes, en esta oportunidad no fue así. 



La Misa fue presidida por Monseñor Kalenga Badikebele y la homilía estuvo a cargo del Padre Obispo Tissera.



En este sentido, el Obispo de Quilmes alzó la voz por los gritos de los jóvenes y los reclamos de desesperación de las personas que ven perder sus puestos de trabajo, o que ven como a sus salarios se lo come la inflación, o que son víctima del desborde de arroyos, de la inseguridad y de las políticas públicas insuficientes.



Monseñor Tissera, además, agradeció en nombre de la diócesis al Nuncio Apostólico por su presencia, recordó al Padre Obispo Jorge Novak que propuso esta Misa “para momentos difíciles” y resaltó la figura del Obispo Enrique Angelelli y de los otros tres mártires riojanos que serán beatificados el año próximo.



Durante el ofertorio las parroquias de Quilmes ofrecieron carne, las de Berazategui, agua, y las de Florencio Varela, verduras, como aporte simbólico para la olla popular.



Esta Misa de la Esperanza coincidió con la II Jornada Mundial de los Pobres que convocó el Papa Francisco, que pretende ser un signo de cercanía de la Iglesia con las personas que sufren necesidades.



Al finalizar, el Arzobispo Kalenga Badikebele dijo a los presentes que “aquí encontré la alegría de la gente y me llevo el grito y el dolor de los pobres. Nosotros, los buenos pastores, estamos dispuestos al martirio por ustedes”. Y completó, cuando recordó a los pobres que “la unión hace la fuerza, porque ustedes ayudan al Señor Jesús a llevar la cruz hacia el calvario”. Y para concluir dio la bendición final en nombre del Papa Francisco.